domingo, 23 de septiembre de 2007

Lily Allen: ¿Ángel o demonio?


Hace tiempo que la famosa tríada de sexo, drogas y rock & roll dejó de ser terreno exclusivo de los rockeros. Desde los hippies que pregonaban su buena onda, los punkies y su espíritu antisistémico hasta los rockstars destructores de hoteles; cada década y estilo musical tuvo algo así como su grupo de inadaptados sociales que sazonaban la escena y ocupaban las portadas de los principales periódicos con sus extravagancias y desmanes típicos del estrellato. Hoy la cosa adquirió un giro interesante: ya no son los chicos quienes cumplen este rol, sino que las chicas tomaron la posta. Un puñado de pequeños diablillos que habitan en el cuerpo de dulces pop-stars encarnan a la nueva lacra musical. Sus nombres son por demás sabidos: Britney, Lindsay, Amy y Paris son algunas de ellas. Pero si de figuras poco convencionales estamos hablando, es menester detenerse en Lily Allen.

Talentosa y peleadora en iguales proporciones, ningún factor del ascenso a la fama de esta jovencita de veintiún años roza lo comúnmente aceptado. Hija del comediante Keith Allen y de la productora cinematográfica Alison Owen, Lily creció en una atmósfera humilde de la clase obrera inglesa en la que se respiraba arte. Ya desde pequeña se perfilaría como una chica predestinada a generarle dolores de cabeza a sus padres: su temprana afección por la marihuana y su buena predisposición a realizarle favores sexuales a sus compañeros de clase la pasearon por trece colegios diferentes durante su adolescencia. Mientras tanto, ella se procuraba una buena educación paralela a base de T-Rex y Happy Mondays.

El éxito no tardaría mucho en llegarle y, como todo en su vida, sería de manera poco usual. En medio del estallido de democratización que brindó internet y la facilidad para exponer el trabajo propio que llegó con myspace, Lily se convirtió en otra de las tantas figuritas anónimas que abrió su sitio y subió algunos demos. Será una simple cuestión de destino o misterios del ciber-espacio, lo cierto, es que en pocos meses y gracias al boca en boca la cantante recibió cientos de visitas que hicieron aumentar exponencialmente sus posibilidades de pegarla en el mercado musical.

La mismísima chiquilla problemática y polémica vio realizado el sueño propio: en julio del 2006, Allright, still aterrizó en las disquerías inglesas. Una brisa de frescura enlatada en once canciones dejaba en evidencia una exquisita sensibilidad para conjugar pop, reggae y rock en este singular juego de contrastes en el que, bajo una fachada musical alegre y optimista, desparramaba su poesía callejera y adolescente para nada ingenua. “Smile”, una irónica burla a un ex que la dejó y luego volvió en busca de más, “LDN” y un ¿inocente? paseo en bicicleta por la ciudad y la romántica melancolía de “Littlest thigs” representaron algunos de los tantos hits que cabalgaron por las principales radios alrededor del globo.

Sin embargo, los condimentos extra-musicales ayudaron a hacer de Lily mucho más que una simpática cantante. Su singular sentido de la moda en la que combina pomposos y coloridos vestidos de fiesta con zapatillas la hicieron una trend-setter entre las adolescentes. Pero sin duda el gen brit-bocón característico de los Gallagher es lo que la convirtió en abonada regular a los tabloides. En su prontuario figuran críticas e insultos a Kylie Minogue, Madonna, Amy Winehouse, George Bush (presidente del país que le negó la entrada, su visa fue revocada por un reciente altercado con un paparazzi londinense y debió supender la gira por el país) y Bob Geldof, entre otros, y frases calientes como “Los fans de Paris Hilton deberían ser asesinados”, esbozada poco después del lanzamiento del disco debut de la heredera, además de haber admitido públicamente que a la tierna edad de 15 años ya traficaba drogas.

Será fruto de la mixtura de una personalidad avasallante, mirada pícara, voz angelical y un estilo musical único lo que hicieron que Lily trazara un recorrido particular dentro del actual mapa musical inglés, convirtiéndose en uno de los fenómenos más sobresalientes surgidos de la escena pop de Gran Bretaña de los últimos tiempos. Y eso que va solo por su primer disco.

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