domingo, 23 de septiembre de 2007

La seducción según Lily


Presentación de Lily Allen. Con Steven Fuller en trombón, Jack Birchwood en trompeta, Nik Carter en saxo, Ian Pitter en guitarra, Steve Octave en bajo, Shannon Harris en teclados y Gareth Brown en batería. En el Luna Park.
Nuestra opinión: muy bueno

"¡Los quiero ver parados!", exclama Lily Allen, aún con la sala a oscuras. La última revelación del pop británico estuvo aquí y con ella llegó todo lo que se dice de esta inglesita de 22 años. Pero aquello de la enfant terrible que vive al borde sin medir los riesgos se convierte en un palabrerío vacío, al menos durante la hora y media del único show que ofreció en Buenos Aires, anteayer, en un Luna Park colmado.

"¿Cómo les va?", pregunta, ya visible, una Allen que jugará toda la noche a mutar de niña buena a niña mala. La Lily buena es la que se detiene unos instantes en plena performance y aguarda, cómplice, que un padre fotografíe a su hija con ella detrás; la Lily mala, en cambio, toma cerveza del pico de un porrón (sólo una vez, porque, para el segundo trago, la producción se encarga de cambiar la botella por una copa), fuma desprejuiciadamente y le dedica un fuck off a George Bush con el dedo mayor en alto. (Le fue negada la visa de trabajo para cantar en los Estados Unidos.) Su público, mayoría de adolescentes y nenas con papá o mamá al lado (hay excepciones, claro, como un Gustavo Cerati escondido debajo de una gorra negra), acompaña con sonrisa pícara sus actitudes.

Una campera deportiva que sólo le durará dos temas, un vestido fucsia debajo y unas zapatillas componen el vestuario de Allen, que se completa con un micrófono flúo. El resto de su universo está en las letras del disco Alright, Still , suerte de diario íntimo con el cual la cantante empieza a despedirse de la adolescencia. Y ahí está, obviamente, la identificación de parte de su público, sobre todo del más cercano a ella en edad. En "Friend Of Mine" expresa su indignación al enterarse de que una amiga pasó la noche con su novio; en "Alfie" ("¿Saben qué es la marihuana?", pregunta, cómplice) describe a su hermano, que fuma esa hierba prohibida todo el día; y en su gran hit, "Smile", cuenta cómo sus amigos y su amor propio la ayudaron a salir de la depresión en la que cayó luego de que un novio la dejó. Y lo hace con versiones más asentadas que las del disco.

De Blondie a Maradona

Un septeto de músicos jóvenes se mueve con solvencia mientras Lily camina de un extremo a otro del escenario. Reggae, ska, dub y algo de mento arropan a buena parte de las canciones de la inglesita. El resto le corresponde al 2 Step, esa variante británica del hip hop. Debbie Harry es la influencia que ilumina buena parte de las actitudes vocales y de los movimientos en escena de una cantante que no necesita de las coreografías tan de moda como para seducir al público. Lo logra con miradas que lanza a los ojos de los que osan seguir el show sentados y con los comentarios que despliega entre tema y tema, pero también con cierta timidez visible en sus movimientos y con el desparpajo de quien se anima a desnudar sus falencias. "¿Con qué canción tengo que seguir?", preguntará, con una mueca angelical en el rostro, la misma que esbozará después, cuando decida tomar una guitarra por mera actitud, ya que no sabe tocarla y ni se preocupa por ocultarlo.

Cuando llega el turno de otro de sus hits, "Friday Night", Lily grita a los cuatro vientos su amor por Maradona y le dedica la canción. ¿El tema habla de fútbol? ¡No! Destaca la excitación de la cantante por la vida nocturna. Los guiños y comentarios cómplices se repetirán durante todo el show y casi siempre causarán el efecto deseado. Habrá humor, como en el prólogo a "Not Big", en el que muestra la mitad del dedo meñique de la mano derecha para describir el pene de un ex novio; y habrá denuncia, como en "Everything s Just Wonderful", dedicada a las modelos que posan "espléndidas... con restos de cocaína en la nariz". Y habrá covers soberbios: "Gangsters", de The Specials, y "Heart of Glass", de Blondie.

Lily Allen vino, vio, venció y puso a la música en primer lugar. Todo lo demás es puro cuento.

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